DESTIEMPO, Jose Luís Loperena

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“El inspector observaba la escena con asombro. Había un coche blanco estampado de frente contra un árbol y una furgoneta hundida en el arcén del carril contrario. Tres ciclistas, que habían sido testigos del accidente, juraban que el coche lo conducía un anciano que estaba hablando solo. Y ese era el muerto que faltaba”

Así empieza una de las novelas más complejas y a la vez amables de la ciencia ficción: Destiempo, de Jose Luís Loperena. La bondad de sus líneas sólo se ve desbordada por la imaginación que transpiran sus páginas. Se trata de una epopeya temporal, una narración épica, hecha por y para los hombres: es una historia de héroes humanos… y no tan humanos. Autómatas con emociones, telépatas y un consejo de superhombres presidido por una nube de energía. Como decía Calvin Candie: “caballero, ya tenía mi curiosidad; ahora tiene mi atención”.

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Jose Luís Loperena, agente de La Ciudad

 

Hanson, humano de un espacio-tiempo distinto, es un curtido agente de más de trescientos años. De hecho, él ya no lleva la cuenta de su edad. A su lado, la conciencia autónoma de Olí realiza la función de informador perfecto, usando las redes de información para asegurar el éxito en todas las misiones de su compañero humano. Nada que ver con distopías de máquinas en rebelión o ejércitos robóticos sin piedad: hombre y máquina, intuición y razón, trabajan de la mano en perfecta armonía. La Ciudad, el utópico lugar de un espacio-tiempo distinto al de la vieja Tierra, es su base de operaciones y su hogar, sometido a la fantasmagórica voluntad de “los Creadores”, a los que sólo conoce un habitante de la comunidad: el misterioso Dend. Pero un simple niño, John Valverde, hará que los dos agentes se embarquen en la aventura de sus vidas.

Captaba el conocimiento, lo hacía aparecer en su consciencia procedente de alguna mente cercana del lugar o de muchas, sin pretenderlo, sin controlarlo, por pura necesidad. Por intuición. Por eso su padre y sus profesores le consideraban un muchacho tan inteligente, aunque sin saber la verdad que se escondía detrás de aquel juicio

Probablemente, lo más sorprendente de esta novela es la técnica del espadachín Jose Luís Loperena para usar su katana: no con los golpes demoledores de una acción constante y tremenda, sino con la suavidad de un arroyo. El estilo es sencillo e ilustrativo, pero la historia es realmente compleja, sin que en sus 746 páginas sobre ni una frase. Todo tiene que estar allí, porque se trata de una gran narración de ciencia ficción, y el exceso brilla por su ausencia.

 

El retoño
El retoño

Así, Hanson, Aurora, John y los demás personajes se redondean con un nivel de desarrollo del que no mucha ciencia ficción puede alardear, ya que los héroes son retratados como lo que son, simples hombres y mujeres que tienen que adaptarse a tremendas circunstancias. Y después de todo eso, cuando uno esperaría la fórmula de la distopía, a la que estamos tan acostumbrados, Jose Luís vuelve a sorprendernos una vez más, exudando ternura, humanidad y esperanza en cada uno de esos personajes, incluso en los secundarios.

La historia nos va transportando suavemente entre sus aguas tranquilas y luminosas, sacándole el mayor partido a la maravilla que caracteriza la esencia del género de la ciencia ficción. Sin embargo, esta pasión por lo extraño no cae en el extremismo ni la inverosimilitud: buena parte de lo que se explica suena a ajeno, por supuesto, pero no a descabellado, y la aventura no pasa en remotos planetas de una galaxia muy lejana, sino que se adapta a una realidad que nos resulta cercana, como la costa del Mediterráneo o el Londres del siglo XXI.

−¿No lo sabes? Tu tiempo es éste, como el de ellos. No hay pasado ni futuro, John. Donde quiera que estés, siempre es en el presente, nunca puedes existir en otro lugar sino en el que estás. Pero sí es cierto que vais a viajar a otro presente, John.

−¿Viajaremos a La Ciudad?

−Ese es el camino, aunque no es el final del mismo.

−¿Moriremos, entonces?

−No existe la muerte, John.

 

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Keanu Reeves, otro verdadero ronin, tras leer Destiempo

 

Y a pesar de que, después de todo lo dicho, un lector lleno de malicia podría pensar que esta es una novela que peca de inocencia, ni siquiera flaquea en ese aspecto. Destiempo plantea con conveniencia todas las problemáticas que pueden resultar del choque entre seres pseudo-fantásticos, inteligencias artificiales y hombres de diferentes épocas del mundo. Se trata de una narración consciente, sabedora del complejo entramado del embrollo donde se mete y que, a pesar de todo, es capaz de superar el pesimismo de encontrarse atrapado en él para hallar una salida satisfactoria.

En resumen, la novela de Jose Luís Loperena sienta como abrir la ventana en una mañana de invierno y descubrir que ha llegado la primavera. Es un texto ambicioso, pero cauto, afilándose poco a poco, sin pretensiones de gigantismo, pero hinchándose a cada párrafo. Le gustará a los amantes de la acción, aunque no los noquee; le gustará a los que se hacen grandes preguntas, aunque no los iluminará; le gustará a los más empáticos, aunque su humanidad no se vuelva egocentrismo. Gustará a muchos, porque se ha trabajado para que así sea. Y por supuesto, a este humilde ronin, le ha encantado.

 


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